El Museo de bellas artes de Lausanne es uno de mis espacios arquitectónicos favoritos de esta ciudad. El diálogo entre exterior e interior está plagado de opuestos: su aparente tosquedad externa frente a la delicadeza en los espacios interiores; la espectacular luminosidad de su vestíbulo que sorprende por la escasa permeabilidad que presenta en su volumetría. Fue esta luminosidad la que me conmovió en su momento y me inspiró para estudiar algo que era nuevo para mí, la realidad virtual. 
Quise ponerme a prueba a la hora de intentar representar la primera impresión que tuve
al entrar en ese vestíbulo, por lo que construí a ojo el espacio y lo convertí en una experiencia de realidad virtual por la que poder pasearme siempre que quiera sentirme de nuevo inspirado por su belleza.
Proyecto personal
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